Ayer conocí, que la violencia que vivimos en el país provocó la partida física del nieto de un compañero-amigo, a quien le tengo mucho respeto y admiración por su compromiso con la creación de una sociedad sin violencia, no tengo palabras de consuelo para él, sin embargo creo que mucho de lo escrito en este texto nos da luces para continuar en ese compromiso por forjar una sociedad diferente, en paz sustentable duradera.
Fuerte abrazo Iván, mucha fuerza en este duro momento.
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Cultura de Paz, la auténtica y verdadera resiliencia
Desde la teoría
y el mundo académico se dice que la resiliencia es la capacidad de un ser vivo
de salir adelante y sobreponerse ante una situación adversa y recuperar su
estado óptimo anterior al momento de haber recibido ese impacto negativo. Se
escucha muy bien desde el punto de vista teórico, ahora revisando en la
realidad cotidiana de las personas, familias y comunidades, ¿qué implica hablar
de resiliencia y fomentar capacidades para que se desarrollen estas
posibilidades?
El Salvador
vive una de las etapas más difíciles de su historia, luego de un conflicto
armado que cobró miles de vidas y daños irreparables tanto en los aspectos
económicos, sociales, culturales, ambientales y sobre todo en los psicosociales
y emocionales, estamos ante un nuevo conflicto, uno de dimensiones diferentes
que carcome a las generaciones presentes y que de continuar de esta manera,
también les negará el derecho a un futuro, y no a cualquier futuro, sino a uno
que asegure condiciones para que se manifieste una paz sustentable y duradera,
con pronta y cumplida justicia y en un planeta saludable, lo que se
constituiría en el goce de una vida plena con sustentabilidad.
Las violencias
no permiten el logro de esa tan anhelada paz, como aspiración máxima del pueblo
salvadoreño. Las diversas formas de violencia se ven mayormente manifestadas en
las poblaciones mal llamadas vulnerables, es decir, aquellas que viven en
condiciones de vulnerabilidad, como lo son las infancias, las juventudes, las
mujeres, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, los
afrodescendientes, las personas adultas mayores y la diversidad sexual (LGTBi).
Esto ha sido reconocido oficialmente por Naciones Unidas y otros organismos
multilaterales y también que estas poblaciones han sido histórica y
sistemáticamente excluidas de las discusiones públicas nacionales y globales,
en donde se definen las políticas públicas y los acuerdos internacionales que dan
respuestas a las situaciones, retos y desafíos que se viven en el mundo.
Actualmente es
muy común encontrar familias enteras que huyen de sus viviendas y territorios
por motivos de amenazas a sus vidas ante la violencia homicida, que se coloca
como una de las más mediáticas y reconocidas por la población, con tasas de
entre 10 y hasta 25 homicidios al día y donde inclusive ha llegado a porcentajes
de 80% de ese número son personas menores de 30 años. Este hecho ha sido
discutido recientemente en la concluida 71° Asamblea General de Naciones
Unidas, en donde se discutió el tema de las migraciones y desplazamientos
forzados (https://news.un.org/es/story/2016/09/1365471#.V-2DhyHhDIU,
en donde miles de personas viven este éxodo en busca de un lugar seguro para continuar
con sus vidas y sus familias por motivos de guerras, violencias y pobreza.
Además es relevante destacar los niveles de feminicidios y agresiones hacia las
mujeres jóvenes, en donde los grupos de pandillas y el crimen organizado las
instrumentalizan y obligan formar parte de sus estructuras para fines de
extorsiones, tráfico de drogas y tráfico de personas.
Casos de
desplazamientos forzados hay muchos en El Salvador, tal es el caso de la familia
Martínez (ficticio), de uno de los municipios más populosos del Área Metropolitana
de San Salvador, quienes en el año 2014 tuvieron que abandonar su hogar, donde
vivieron por 40 años. El motivo fue que las pandillas de comunidades aledañas
amenazaron a varias familias para abandonar la comunidad por no ceder ante
presiones para que los jóvenes que formaban parte de estas familias se integraran
a las estructuras de pandillas. Tuvieron que buscar una medida para
salvaguardar sus vidas y recibieron apoyo de familias en el municipio y de una
organización social, dando albergue temporal mientras encontraban una solución
permanente. Al momento actual, una parte del grupo familiar se ha establecido
en un centro urbano del municipio de Ciudad Delgado, dejando atrás toda una
vida y un arraigo con su territorio y asimismo perdiendo la capacidad de
replicar algunas prácticas como el cultivo de alimentos como medio de vida y de
una composición familiar de 14 personas, la familia tuvo que fragmentarse en 3
grupos, que viven en zonas diferentes y alejadas con poca comunicación y su
vínculo familiar deteriorado.
Las juventudes
hacen esfuerzos grandes para buscar y encontrar apoyo y acompañamiento
solidario y debemos reconocer que la actual administración de Gobierno Central (año
2016) ha impulsado algunos programas sociales y políticas públicas sectoriales
que han sido importantes y contribuido a honrar esa deuda histórica que el
Estado Salvadoreño ha tenido con las personas jóvenes, sin embargo estos esfuerzos
han dado resultados mínimos porque no abordan de manera seria e intencional los
verdaderos problemas estructurales que aquejan a este significativo segmento de
la población, en la cual, el 63.70% cuenta con
menos de 30 años de edad, según este portal de datos de país del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (http://www.sv.undp.org/content/el_salvador/es/home/countryinfo.html). Las profundas y perversas desigualdades e
inequidades que someten a las personas a vivir en condiciones de empobrecimiento,
vulnerabilidades de todo tipo y exclusión social, como situaciones y retos que
las personas enfrentan, no han sido debidamente abordadas y continúan
profundizándose.
La oficina
nacional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de El
Salvador ha anunciado que su Informe de Desarrollo Humano (IDHES) del 2016 será
enfocado en juventudes viviendo en contextos de violencias y las prácticas de
resiliencia que desarrollan para enfrentarla. (http://www.sv.undp.org/content/el_salvador/es/home/presscenter/articles/2016/01/26/idhes-2016-se-enfocar-en-informe-en-resiliencia-juvenil.html).
Como parte de mi compromiso con las juventudes participo de esta iniciativa a
través de un Foro Consultivo, donde se están discutiendo las situaciones que
las juventudes están viviendo y como estas las enfrentan. Este Informe será sin
duda una útil e importante herramienta para elevar las voces, visibilizar las
propuestas y buenas prácticas que las juventudes impulsan en sus comunidades y
territorios.
Marvin (nombre
ficticio) es un joven que forma parte de una familia donde falta su mamá y
papá, él vive en una comunidad del municipio de Ciudad Delgado que se encuentra
realmente sitiada por la delincuencia, drogas, todo tipo de ilícitos que
exponen a las personas jóvenes. Estudia en un Centro Escolar rodeado de
similares condiciones, sin embargo este joven ha desarrollado una experiencia
positiva que no corresponde al contexto en el que cotidianamente se
desenvuelve. Utiliza su tiempo fuera de la escuela para refugiarse en
iniciativas juveniles en el municipio, como baile urbano, actividades de la
iglesia, experiencias de organización en colectivos juveniles y también
actividades escolares relacionadas con capacitaciones en atención a situaciones
de emergencia y asuntos humanitarios, esa es su manera de evitar exponerse a
situaciones de violencia, ante acosos de todo tipo.
¿Cómo es esto
posible?, ¿Cómo personas adolescentes y jóvenes están creando de sí mismos su
propia experiencia, su propio caminar, su propio imaginario de vida en un
ambiente que no es nada propicio ni siquiera para soñar?, luego recuerdo que
tratando de dilucidar y discernir sobre estas situaciones, encontré una frase
que dice: “La utopía es el verdadero corazón de los seres humanos” y entonces
todo parece cobrar algo de sentido de nuevo. La resiliencia es también una
fuerza que dinamiza el cambio y nos lleva a transformar prácticas y
comportamientos, a crear nuestras propias posibilidades, quizá no sea una
actitud del todo consciente, lo que si es cierto es que sea consciente o no,
las personas la asumen en momentos clave o definitorios de su vida, ahora el
reto es como la convertimos en una fuerza de cambio continua que fluya en todo
nuestro que hacer.
Una persona
puede y debe asumir su rol como sujeto social y político relevante y los
Estados y la misma ONU tienen el mandato de afirmar su compromiso en crear
condiciones para que se manifieste una paz sustentable y duradera, sin este
nivel de desempeño de las instituciones públicas nacionales e internacionales y
ese nivel de compromiso, las posibilidades de resiliencia en las personas,
comunidades y territorios se verán drásticamente reducidas, considerando además
que vivimos en un momento y contexto de impactos crecientes y efectos
acelerados de todo tipo, sobre todo del cambio climático, disponibilidad de
agua potable, migraciones, pobreza, conflictos, falta de educación de calidad,
empleo pleno y decente, entre otros.
En el contexto
antes descrito, ¿cómo es posible que las juventudes, a pesar de esta presión
extrema que están recibiendo, estén saliendo adelante e inclusive impulsando iniciativas
que ayudan a otros jóvenes que viven en situaciones y contextos similares?
Desde nuestro entendimiento valoramos que la resiliencia es una fortaleza
innata, que las personas en nuestro país son resilientes por naturaleza propia,
no porque sean formadas para ese fin, porque de ninguna manera el sistema
educativo formal o las instituciones del Estado aseguran una educación y
formación de ese tipo, sino que al mantenerse permanentemente sometidas a
situaciones y presiones extremas y adversas, las personas van asumiendo que
deben encontrar soluciones autogestionadas y colaborativas con sus pares para
sobreponerse, no como una medida de resignación, sino como una estrategia de
sobrevivencia y también como una estrategia de organización en la búsqueda de
respuestas y soluciones conjuntas que no llegan de ningún otro lado, este se
vuelve su propio modelo de desarrollo endógeno, a lo mejor no lo implementan o
lo ven de esa manera, pero en términos reales y prácticos, es así, ellos y
ellas son sus propias soluciones que dan las respuestas necesarias en los
momentos requeridos.
Mucho es lo que
está en juego, por una parte no podrá garantizarse el cumplimiento de la Agenda
2030 que ha dado vida a los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) (http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/)
y por otro lado al no detener y revertir el acelerado proceso de
empobrecimiento y exclusión, se está condenando a generaciones enteras a seguir
viviendo y reproduciendo el círculo de pobreza. Urgen medidas efectivas que
garanticen la inversión oportuna en el ciclo de vida de las personas y con
especial atención a los primeros años y juventud, considerando que el nivel de retorno
de estas inversiones aseguran mejores y mayores posibilidades a lo largo de la
vida y de esta manera se lograría de manera significativa sentar verdaderas
bases de justicia y equidad intergeneracional con perspectiva de género. Lo que
no se invierte en los primeros años de vida es irrecuperable.
Me conmueve
mucho escribir estas palabras, y creo que debe afirmar mucho más el compromiso
de quienes hemos decidido acompañar a este valioso y valiente pueblo,
resiliente por naturaleza propia, que camina con coraje, con golpes recurrentes,
pero que renuncia a quedarse de rodillas, a verse derrotado. Seguiremos
caminando y acompañándonos solidaria y recíprocamente ante los retos y desafíos
que enfrentamos y con la mirada puesta en el devenir pleno, trabajando por un
presente y futuro de paz, justicia y sustentabilidad hasta la séptima
generación venidera, ese es y debe ser el compromiso a asumir.
Este pueblo debe darse cuenta de su valía, es admirable y esperanzador, si logramos catalizar este momento, no dejarnos consumir por la ira, el odio y el miedo, esto será transformador para sentar las bases de una nación intercultural que da cobijo a todas las expresiones y formas de vida que por este territorio que hoy se denomina El Salvador caminan, la familia humana, el hogar común y la naturaleza como un todo integral. Fuerza entonces en la tarea!!!