martes, 28 de septiembre de 2010

Fábula: "La escuela de los animales".

Los animales se reunieron un día en el bosque y decidieron crear una escuela. La junta directiva la formaron un conejo, un pájaro, una ardilla, un pez y una anguila. El conejo insistía en que una de las asignaturas fuera correr. El pájaro insistía en que una de las asignaturas fuera volar. El pez insistía en que nadar fuera una de las asignaturas y, la ardilla, en que la subida a los árboles en perpendicular era una materia imprescindible. Juntaron todas esas cosas e hicieron el plan de estudios. Insistieron mucho en que todos los animales dieran todas las materias.
Para el conejo, que sacaba «Sobresaliente» en correr, la subida a los árboles en perpendicular constituía un auténtico problema. No hacía más que caerse de espaldas. Al cabo de poco tiempo le dio una especie de derrame cerebral y ya no pudo volver a correr. Se encontró con que, en vez de sacar «Sobresaliente» en correr, estaba sacando «Bien» y, por supuesto, seguía sacando «Suspenso» en la subida en perpendicular. El pájaro era buenísimo en vuelo pero cuando le tocaba arrastrarse por el suelo ya no lo hacía tan bien. No hacía más que romperse el pico y las alas. Al cabo de poco tiempo sacaba «Bien» en vuelo y «Suspenso» en correr y sufría lo indecible con la subida a los árboles en perpendicular. Al final, el animal que terminó siendo el mejor de la clase fue la tonta de la anguila que lo hacía todo a medias. Sin embargo, los profesores estaban muy contentos porque cada alumno daba todas las materias y lo llamaron «educación integral».

Nos reímos con esta historia pero, en realidad esto es lo que nos ha ocurrido a la mayoría de personas. Realmente intentamos que todo el mundo sea igual a todo el mundo destruyendo, de esa manera, el potencial que tiene cada persona para ser ella misma; es decir, su invidualidad y creatividad.